No poseo nada, pero mi amistad por ti es lo mejor que puedo darte.
La amistad es uno de los regalos más hermosos de la vida que hay que cuidar y alimentar cada día.
Hoy le pedía a Dios que te cuidara. Él sonrió y me mostró sus manos las cuales tenía cerradas, y me mostró que dentro de ellas estabas tu. Me volvió a sonreír y me dijo: ¿Qué crees que le pueda pasar si siempre está en mis manos? Le dije: Gracias Señor, porque esa persona que tienes entre tus manos es muy especial para mí. Él me miró dulcemente y me dijo: "Si para tí es especial, imagínate para mí".